El final de la temporada de House ha sido áspero y contundente. El círculo se cierra y la temporada que empezó en medio del desastre y la locura de un manicomio acaba en el desastre de un accidente de grandes proporciones. Una grúa acaba de caer y nuestro doctor se mete bajo los escombros para operar-acompañar-hacer de cura de una paciente que tiene la pierna bajo una viga. El doctor se verá reflejado en ella y se aferrará a un clavo ardiendo antes que amputarle la pierna. A la vez tendrá que enfrentarse al golpe que le propina Cuddy al decirle que da un nuevo paso y se casa, provocando una caída similar a la grúa y generando unos escombros más polvorientos que los escenarios del episodio. Los realizadores han sabido hacer físico el desastre de la vida de House en unos escenarios que rebosan medios y presupuesto, da gusto ver una serie tan bien hecha.
Vemos a un House sucio, envejecido, derrotado : huele a muerte. Wilson suelta amarras y no es de extrañar con las perrerías que le ha hecho. Foreman, lo más parecido a un igual a su alrededor se resiste a enfrentarse a él en el momento crucial y por lo tanto lo abandona en su momento de flaqueza. Trece aprovecha la ausencia del jefe para huir como si de un barco hundido se tratara y los demás… los demás procuran trabajar e implicarse lo menos posible, que no está el horno para bollos.
En resumen, nuestro protagonista ve que su amigo Wilson se afianza con su ex, la terapia con el psiquiatra fracasa, su amor imposible con Cuddy se aleja y que finalmente se queda solo con la única amiga que nunca le falla: la vicodina.
El último suspiro del episodio depende de lo que en realidad ocurre : ¿se mete su dosis?, ¿sí?, ¿no? ...
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