Final de la Sexta Temporada de House


(Cuidado, spoilers)

 El final de temporada de House ha sido áspero y contundente. El círculo se cierra: una temporada que comenzó en el caos y la locura de un manicomio concluye con el desastre de un accidente de gran magnitud. Una grúa se desploma y nuestro doctor se adentra bajo los escombros para operar, acompañar y ejercer casi de sacerdote ante una paciente atrapada por una viga. En ella, House se reconoce. Se niega a amputarle la pierna y se aferra a un clavo ardiendo antes que repetir con ella su propia historia.

Al mismo tiempo, recibe un golpe demoledor: Cuddy le confiesa que va a casarse. Un mazazo emocional que provoca en House un derrumbe tan violento como el del accidente, dejando a su paso escombros más polvorientos que los del propio escenario. Los creadores de la serie han sabido trasladar al plano físico el desastre interno del personaje, en unos decorados que rezuman medios y presupuesto. Da gusto ver una serie tan bien hecha.

Vemos a un House sucio, envejecido, derrotado: huele a muerte. Wilson se distancia, harto de las tropelías sufridas. Foreman, su igual más cercano, evita enfrentarse a él en el momento clave y lo deja solo en su hora más baja. Trece huye aprovechando la ausencia del jefe, como si abandonara un barco a punto de hundirse. El resto del equipo, mientras tanto, se limita a trabajar con la mínima implicación: no están los ánimos para bollos.

En resumen, House ve cómo Wilson se consolida con su ex, fracasa en la terapia con el psiquiatra, su amor imposible con Cuddy se desvanece… y solo le queda su última compañera fiel: la vicodina.

El episodio termina en un suspiro, sostenido por una única pregunta: ¿se toma la dosis? ¿Sí? ¿No?




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