Frasier Crane es un estirado psiquiatra, hipócrita y snob, pero no lo es tanto como su hermano Niles. Trabaja en un consultorio radiofónico y le ha caído el muerto de meter en su casa a su padre, al perro de su padre, su sillón y a la chica que le cuida, Daphne.
Han pasado 18 años desde que comenzó esta serie y 7 desde que se acabara. Recuerdo que la ponían en abierto en Canal + y me partía. Me sigue pareciendo genial. Los guiones sorprenden por la finura con la que vapulean a los pesonajes. Apenas 3 decorados en toda la primera temporada bastan y se sobran para que los caracteres enfrentados del campechano padre, expolicía, y sus hijos hagan saltar las chispas. Daphne es una especie de Phoebe prehistórica de Friends. Roz es quizás el personaje que se ha quedado más pasado de moda, en su eterna búsqueda de un hombre. El perro es un puntazo, un personaje más y, al más puro estilo “Rebeca” de Hitchcock está Mary, la mujer de Nails, a la que no se llega a ver en ningún momento en las 11 temporadas.
Niles y Daphne están teniendo una discusión:
Niles: "¿Que insinuas? ¿que soy pretencioso?"
Daphne: "Te comerías un gusano si fuese francés."
Estos últimos años han sido para las series norteamericanas años increíbles. Las grandes historias ya no las cuentan en las películas, ahora si un guionista quiere contar algo arriesgado y fresco se va a la tele, con monstruosos presupuestos y más agallas que en Hollywood.
No sé si recomendar esta serie porque ahora mismo hay mil, más modernas y llamativas que alabar y seguir. Pero yo, no sé muy bien por qué, sigo poniéndome a Frasier para hacer la cena y luego engullirla. 22 minutos de sibarita desfrute.
"Le escucho..."
Me has enganchado! y mucho!
ResponderEliminarA que está genial! ;-)
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