A veces el mayor enemigo somos nosotros mismos. El mundo es áspero, la gente egoísta, la situación injusta y la moneda va y cae cruz. Pero la principal razón por la que somos infelices no está ahí fuera, está en nuestra cabeza. Deseamos siempre más, agradar a todo el mundo o conseguir los objetivos que nos pusimos cuando vivíamos en un mundo que ya no existe. Queremos que lo que vemos ante nuestros ojos encaje en nuestros esquemas y previsiones y cuando la vida va avanzando y vemos que las cosas no son como pensábamos nos frustramos, llegando a suprimir de nuestra cabeza lo que no nos gusta. Negamos nuestras pequeñas miserias ocultándolas a los demás y en algunos casos incluso negándonosla a nosotros mismos.
Yo he pasado por ahí. Recuerdo cuando, teniendo 15 años, me pasó una historia desagradable. A base de pensar y pensar, fantaseándola y suprimiendo aquí y allá llegué a tapar algo substituyéndolo por algo más edulcorado. Lo bueno fue que en aquella época ya tenía costumbre de escribir (igual que ahora escribo este blog) y un día, tiempo después, me encontré aquel escrito en el que relataba aquellas cosas que había "olvidado". Fué un shock. Tremendo. Han pasado 15 años y recuerdo aquel papel y aquella habitación. Fue como sentir que me había mentido alguien más cercano aún que mi mejor amigo, ¡me había mentido yo mismo!
En los últimos tiempos he conocido alguien que se niega la realidad tan abiertamente que me sorprende. Más allá de que alguien que hace algo así tiene un problema y por encima de otros matices creo que está claro que no es feliz. ¿No es ése es el principal objetivo de todo esto? Pues la pastilla contra éste problema no es cara ni requiere receta, sólo debes cambiar tu forma de pensar, ¡ahí es nada!
Primero de todo debes decidir rápido. Insisto, debes tomar una decisión sobre qué quieres y qué no quieres. Si no lo haces irás dejándote llevar y quizás llegues a esa situación que no deseas. Y la culpa será tuya por haber dejado que algo pasara sabiendo perfectamente que podrías haberlo previsto.
Segundo, debes aceptar las cosas que te pasan una vez ya te han sucedido. Hay que dejar de darle vueltas a las cosas que te sucedieron y que ahora harías de otra manera. O las cosas que podrían haber pasado si hubieras decidido algo diferente y vivieras una realidad que finalmente no ha llegado a suceder. ¡Deja de pensar! Sucedió. No puedes cambiar al pasado.
Tercero, tienes que aceptar que muchas cosas de la vida están fuera de tu control ya que estás trabajando en equipo y que no todo va a ser como soñaste. Ninguno de los grandes objetivos de la vida se consigue solo.
Por último hay que disfrutar de esta aventura teniendo la mentalidad abierta, dejar de hacer previsiones a tan largo plazo, ver que la mayoría de las cosas no son tan malas y que casi cualquier cosa que te haya pasado te ha hecho avanzar en la vida e incluso que haberlo vivido te ha permitido disfrutarla más intensamente.
¡Que aburrida es la vida del que se configurado un ecosistema tan cerrado que ya está de vuelta de todo, que ya cree que lo controla todo!
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