La guerra de los Sambre es la precuela de Sambre. “Hugo & Iris”, es decir, el padre y la madre de los protagonistas de la historia anterior también han de discurrir por parecidos senderos, pero en este caso el hombre de la história está chalado, como un cencerro. Porque Bernard estaba obsesionado con la mujer que amaba y eso es algo comprensible cuando te enamoras de semejante morena, pero Hugo es un pusilánime que pondría nervioso con sus naderías a cualquiera con un poquito de estómago.
Sí, vuelve la maldición de los Sambre...
Así que toda la historia que gira entorno a él me ha puesto nerviosito, nerviosito. Porque yo, o me implico en las historias o las dejo a un lado y esta reconozco que me ha enganchado, pero a costa de querer darle un buen puñetazo al protagonista en casi todo momento.
Este tío no sabe cómo dirigir correctamente su empresa, ni cuando es momento de f*ll*rs* a su mujer, ni cual es el momento de visitar a sus progenitores moribundos, o cuando dejar a un lado a su cortesana, es decir, las cosas que se suponen caracterizaban a un macho cabeza de familia con pisito en París en la sociedad aristocrática que le rodeaba. Y menos mal que (SUPER-MEGA-SPOILER) al final no se queda con el hijo de la mujer que llora lágrimas de sangre, que ya habría sido para mear y no echar gota.
Noche y frio en la vida provinciana...
El dibujo me encanta, casi cuadros, con una técnica diferente ya que han sido nuevos dibujantes los que la han pintado. Y aunque el rojo, el blanco y el negro siguen siendo casi los únicos colores, el brillo de las velas (y es que a menudo es de noche) ilumina con calidez las estancias, quitando parte del agobio producido en el otro.
Intenso. Oscuro. Opresivo.
Lo recomiendo pero aviso, no será un viaje divertido.
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